Pagos sin contacto y por medio de códigos QR, compras en plataformas de comercio electrónico a través de todo tipo de dispositivos, entre otras operaciones en línea retan a los proveedores de estos servicios y a las entidades financieras a mejorar sus estrategias contra el fraude, lo que marca un diferencial en la era postpandemia para la retención de los clientes y ofrecer una experiencia memorable.
Y es que si bien los fraudes a través de pagos electrónicos están en auge con el ‘boom’ de las soluciones financieras digitales, las empresas tienen la capacidad de adelantarse para no perder la confianza de sus usuarios y evitar cuantiosas pérdidas económicas, según lo advierte Preventor, firma especializada en soluciones de verificación de identidad.
El año pasado un 74,8% de las víctimas de fraude a través de compras en línea perdieron dinero con estos ataques en el mundo, una cifra que si bien se ha mantenido estable en los últimos años representa un salto frente al 71,2% del 2015, lo que lleva a repensar en la manera en la que se están gestionando estas amenazas. (Evolución del 2015 al 2021 en la gráfica de Statista).
Las transacciones en línea se popularizaron a una velocidad sin precedentes durante el confinamiento en muchos países y a pesar de la reactivación económica esta tendencia se mantiene, no exenta de retos para muchas compañías no solo de la industria del comercio electrónico sino también de la financiera, que tiene que lidiar a diario con la lucha antifraude en los distintos productos que usan sus usuarios.
Adelantarse a los fraudes de identidad en los pagos en línea requiere adoptar un enfoque por capas que integre diferentes tecnologías para crear barreras que permitan frenar del todo o por lo menos mitigar el impacto de estos sucesos, evitando sanciones para las empresas y haciendo más eficiente la aceptación de clientes legítimos.
Es así que cada vez más servicios de pagos en línea están adoptando toda una batería de soluciones que les permiten, por ejemplo, acceder a bases de datos de documentos globales para comprobar la identidad de un usuario, así como realizar comprobaciones biométricas, análisis de documentos y validaciones por medio de tokens para mantener alejados a los cibercriminales, tal y como la hace la firma especializada en el sector Preventor.
“Los proveedores de servicios de pago deben trabajar para garantizar estructuras globales transparentes y crear confianza y visibilidad con respecto a la aceptación del cliente, su capacidad para asumir el riesgo crediticio y garantizar estructuras de supervisión globales eficientes”, indica al respecto un informe de la consultora PwC.
Entre las principales herramientas para lucha contra el fraude la consultora británica nombra, entre otras, las basadas en aprendizaje automático que les permiten a las organizaciones reaccionar contra el fraude prácticamente en tiempo real.
También destacan las soluciones basadas en analítica que, por medio de modelos estadísticos, son capaces de identificar operaciones que podrían ser consideradas fraudulentas con base en el comportamiento natural de los clientes.
Y por último, entre las principales tendencias para adelantarse a los fraudes en los pagos digitales figuran las herramientas de modelado para atacar a las llamadas cuentas mulas, que se abren con identidades falsas y básicamente son utilizadas para cometer fraudes e incluso lavado de dinero. Con este tipo de soluciones es posible identificar los patrones de estas cuentas para desactivarlas y seguir la huella de quienes operan a través de esta modalidad.
En la actualidad, “el fraude ocurre más rápido porque los estafadores exportan modelos que funcionaron en una región a otra que está adoptando una tecnología similar”, de acuerdo a un informe divulgado por SAS, muestra de que este tipo de delitos han tomado una dimensión global nunca antes vista.
Para evitar estos ataques, que le provocaron unas pérdidas de cerca de US$20.000 millones al comercio electrónico únicamente en 2021, un aumento del 14% comparado a 2020, se requiere avanzar a la velocidad con la que los atacantes están actuando y no escatimar en inversiones.
Esta batalla contra el fraude lleva tanto a los proveedores de servicios de pagos como a las entidades financieras a trabajar de la mano para garantizar la trazabilidad de las operaciones en línea y a la vez preservar la seguridad de los productos utilizados en estas en un momento en que el phishing o la falsificación profunda están a la orden del día.
En este sentido, un reporte del Instituto para la Estabilidad Financiera (FSI, por sus siglas en inglés) insta a “llamar la atención sobre estos delitos para que las instituciones financieras y el público en general estén mejor informados”, además de promover “una vigilancia adicional con respecto a los riesgos crecientes y en evolución” y promover “un intercambio activo de información entre los sectores público y privado” con miras detener esta delincuencia financiera.
A medida que nuevas tecnologías llegan para blindar a los usuarios de los fraudes a través de pagos electrónicos e instantáneos, este tipo de ataques se diversifican y evolucionan a pasos acelerados al punto de que se marcaron su mayor tasa en 2021 (37%) por lo menos desde el 2018, antes de la pandemia, de acuerdo a diferentes cifras consultadas de la industria de ciberseguridad.
Lo que más llama la atención es que a pesar de sus rígidas regulaciones, el sector de las fintech y los proveedores de servicios de pago (PSP) registraron en el 2021 el mayor porcentaje de fraudes con un 43%, por encima de otros sectores como las soluciones de TI o gaming.
Es así que la verificación de identidad y las políticas de prevención del fraude se convirtieron en un activo más dentro de las organizaciones y un diferencial en medio de la diversidad de ofertas en la industria de pagos en línea, participando en las diferentes etapas de la relación con los usuarios.
Preventor advierte que muchas organizaciones asumen una postura rígida que les impide ver las amenazas y terminan pagando el costo por desconocer el poder que hoy les entrega la tecnología para anticiparse, cumplir con las normativas y hallar el punto justo para mantener satisfechos a los usuarios con la efectividad del servicio, a la vez que les ofrecen seguridad.
Responder a estas amenazas implica un cambio de visión en la manera en la que se abordan estos riesgos, que conlleva cambiar la cultura de las organizaciones, mejorar ciertas prácticas y automatizar las respuestas frente a comportamientos anómalos que se presenten en las operaciones diarias.
Con este panorama, es importante que las empresas se enfoquen en la prevención y fortalezcan su estrategia frente a la diversificación de las amenazas a medida que los servicios de pago electrónico cobran más relevancia en la vida de los usuarios, quienes afianzarán relaciones con aquellos servicios que les ofrezcan garantía constante, simplifiquen los procesos y adopten las tecnologías con las cuales están acostumbrados a relacionarse.